Pero vimos que era demasiado grande, así que cogimos la
parte del parque viejo, la que va desde la calle del Parque hasta la acequia y
lo dividimos en 4 cuadrantes, uno para cada clase.
Para trabajar hemos hecho en cada clase 5 grupos, con el
nombre de un color. Cada grupo estudia un árbol para ver cómo cambia a lo largo
de todo este curso. Nos fijaremos en cinco características: su porte, su
tronco, sus hojas, sus flores y sus frutos.
Ya hemos hecho las observaciones de otoño y de invierno.
Para aprender sobre el vocabulario empleado en la
identificación de árboles los profesores nos trajeron a clase un power point
como éste. Así nos familiarizábamos con las
palabras más frecuentes para describir los árboles, las que necesitábamos para
describirlos.
Para aprender a usarlas nos trajeron también hojas de árbol
y las clasificamos según varios criterios: si el borde era liso o dentado, si
la hoja era simple o compuesta, o si el haz y el envés era igual o diferente.
Fijándonos en estas características y con ayuda de una clave
dicotómica que nos trajeron los profesores de la Facultad, pudimos conocer el
nombre de nuestro árbol.
Pero teníamos ganas de continuar investigando y, además de
la evolución a lo largo del año de un árbol, quisimos conocer algún otro y cada
grupo ha estudiado dos o tres más.
En una ficha anotamos el nombre de ese árbol, de qué países
o continentes era originario y cuáles eran sus características
principales. Además investigamos sobre
la temperatura y las precipitaciones de su lugar de origen y las comparamos con
las de Huesca, para saber cómo de a gusto se encuentra aquí.
En un mapamundi situamos su zona geográfica de origen.
Como ya éramos capaces de reconocer ese tipo de árbol
salimos de nuevo al parque a contar la población de esa especie, cada clase en
su cuadrante. Lo hacíamos sobre un plano que se había hecho en 1994 y nos dimos
cuenta de que algunos árboles ya no estaban pero que también se habían plantado
otros y que, claro, no estaban registrados allí.
Así que nos propusimos actualizar el mapa. No fue fácil y la
ayuda de Pedro fue fundamental para cumplir el cometido con precisión.
Nos costó mucho pero por fin lo terminamos. Además, en unas
tablas contamos cuántos árboles había en 1994, cuántos habían desaparecido,
cuando había nuevos, y cuantos se pueden encontrar ahora, en 2018.
Hablamos con el Ayuntamiento y nos dijeron que ellos también
se habían dado cuenta de que el mapa de 1994 se había quedado un poco viejo y
querían publicar otro. Así que decidimos entregarles el nuestro para que lo
publicaran. El viernes 2 de febrero nos recibió el Alcalde, Luis Felipe, la
concejala de Medio Ambiente, Carmen García, y otro concejal, Luis Arduña, padre
de un niño de nuestro colegio.
Nos felicitaron y nos dieron las gracias por el trabajo que
habíamos hecho y ahora esperamos con muchas ganas verlo publicado.
